Ser joven, comprar un piso a un precio asumible, y no morir en el intento. Parece imposible, pero no lo es. Por una parte, el precio de la vivienda ha descendido paulatinamente en España, y comprar un piso en 2016 cuesta la mitad que en 2008, en el periodo en el que los precios alcanzaron su techo. Además, los intereses bancarios por préstamo hipotecario se han ido reduciendo y el Euribor ronda el 0,011%, hoy (abril 2016).
Diferencia de precio
Por si todo esto fuese poco, la disponibilidad de viviendas de segunda mano ha aumentado en los últimos años, a causa del envejecimiento de la población en determinados barrios de grandes ciudades como Madrid o Barcelona. Este factor, a veces despreciado, es clave ya que puede abaratar el precio de compra en una cuantía importante. Se calcula que una vivienda nueva es de media un 20% más cara que una usada con la misma superficie. Si, además, hablamos de pisos ubicados en edificios antiguos, la diferencia de precio entre la vivienda nueva y la vivienda de segunda mano puede alcanzar el 50%. Por todo ello, la mejor opción para el comprador joven, si no dispone de un gran capital, o de una renta alta, es la vivienda de segunda mano.
Antigüedad e impuestos
Otro factor de rebaja del precio de un piso es la antigüedad, ya que a mayor antigüedad, menor es la carga hipotecaria y existe más margen a la hora de negociar el precio de compra. Finalmente, las viviendas usadas traen un pan bajo el brazo a nivel impositivo: el impuesto sobre transmisiones patrimoniales puede descender hasta el 6%, mientras que la vivienda nueva aplica directamente un IVA del 10%.
Por último, ponerse en mano de consultoras especializadas para negociar el precio de compra de un piso puede aumentar aún más la rebaja. Comprar piso es posible hoy, incluso para una persona joven, ¡aunque no lo parezca!